Robens, Wilma und das Villa‑Leben in Ses Palmeres | Mallorca Magic

Patas cálidas, grandes planes: los Robens, su nueva Cane Corso y la vida en la villa en Mallorca

👁 2387✍️ Autor: Adriàn Montalbán🎨 Caricatura: Esteban Nic

Caro y Andreas Robens gestionan su inmueble en Ses Palmeres con cinco perros y un gato. La más reciente incorporación, la perra Cane Corso Wilma, causa revuelo —y más casetas para perros en el jardín. Una pequeña y entrañable historia sobre la vida cotidiana, la responsabilidad y la vida en la isla.

Patas cálidas, grandes planes: los Robens, su nueva Cane Corso y la vida en la villa en Mallorca

En Ses Palmeres, un rincón tranquilo del municipio de Llucmajor, por las mañanas no solo se oye el rumor del espresso. Allí ahora una joven Cane Corso llamada Wilma agita el vecindario señorial. Caro y Andreas Robens viven en una finca de alrededor de 2.000 metros cuadrados con unos 300 metros cuadrados de vivienda y comparten su hogar con cinco perros y un gato. La vida familiar ha adquirido así una nueva y animada dimensión.

Quien esté en la entrada, escucha primero el tintineo cuando Andreas montó recientemente las nuevas casetas para perros: un giro de tornillo sobre la grava, una llamada amistosa, vecinas que pasan saludando. Las casetas están ahora en la zona ajardinada de la finca; el garaje y el sótano también sirven como refugios. El objetivo es estructurar mejor a los cuatro patas para que el salón y la zona del spa estén más tranquilos, sobre todo cuando los dueños durante el día se dedican a su rutina de Iron Gym en la Playa de Palma.

Wilma aún es una joven, con una futura talla imponente de alrededor de 50 kilos. Joven, torpe y curiosa: un rasgo que se nota en los pequeños “daños de reforma” que aún hay por la casa. Aun así, se percibe que los Robens cuidan con mucho cariño a la pequeña. Ya se habla de pequeñas gorritas navideñas, y pronto vendrán los padres de ambos de visita: todavía hay una sorpresa preparada.

Desde que se mudaron en la primavera de 2024, ambos han dedicado mucho tiempo a la casa. Recientemente se instaló un solárium en la zona del spa, y además del trabajo interior siguen soñando: Andreas tiene planes para una zona de fitness al aire libre en la Playa de Palma, inspirada en los clásicos campos de entrenamiento al aire libre. Eso da vida al entorno y actúa como un impulso para el vecindario y la clientela de la costa.

Es práctico que los perros ya tengan un poco de libertad gracias a una gatera. Aun así, los Robens vigilan que los animales no estén solos demasiado tiempo: actualmente suelen ser entre tres y cinco horas mientras esperan obligaciones de gimnasio u otros compromisos. Para los propietarios de perros en la isla es un acto habitual de equilibrio entre trabajo y cuidado; muchos lo solucionan con paseadores del vecindario o con áreas de descanso acordadas en la finca —y eso es justamente lo que Caro y Andreas han reforzado.

La escena tiene algo acogedor: a media mañana el sol invade el jardín, los olivos proyectan sombras alargadas y desde la carretera se oye el lejano susurro del mar. Perros acurrucados en sus casetas, un spa con solárium y personas que reparten el día entre clientes del Iron Gym y tareas domésticas —es una imagen que se ve con frecuencia aquí, pero rara vez contada con tanto calor humano.

Para otros dueños de perros en Mallorca, el ejemplo puede ser inspirador: espacios exteriores bien pensados, casetas de calidad con aislamiento para los días fríos, horarios fijos de recogida y de comida, y coordinación con veterinarios y adiestradores locales facilitan el día a día. Si se mira con atención se aprecia también la dinámica positiva: trabajos de reforma y planes de operación generan faena para artesanos y proveedores locales —un pequeño efecto local que no hay que subestimar.

Y así la atmósfera sigue con aire prenavideño, aunque salpicada de travesuras perrunas y de ocasional encanto de orejas caídas. Los Robens siguen adelante: gimnasio, casa y casetas para perros —y en medio, la nueva Wilma, que pronto encontrará seguramente su rincón favorito en la terraza. Una pequeña y viva recordatorio de que la vida en Mallorca no se reduce a postales, sino a personas y animales que se juntan cuando hace falta.

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